Artículo Especial para DefesaNet publicado el 30 de mayo de 2023
Lula da
Silva recibe a Nicolás Maduro el 29MAY23 en el Palacio de Planalto. Foto
Agencia Brasil
La última
ocasión en la cual habían coincidido Lula da Silva y Nicolás Maduro, al menos
públicamente, ocurrió en Cuba. Raúl Castro convocó a los hijos predilectos de
la revolución cubana desperdigados por el Continente para rendir homenaje a
Fidel Castro, cuyas cenizas serían colocadas al día siguiente, el 04DIC16, en
el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba.
El 29NOV16
había tenido lugar en la Plaza de la Revolución de La Habana el “acto de masas”
para despedir al Castro muerto, al cual asistieron las delegaciones
extranjeras, reyes, mandatarios, cancilleres, embajadores, expresidentes. Pero
el acto funerario de la “familia” tuvo lugar en Santiago de Cuba el 03DIC16
presidido por Raúl Castro quien sentó a su izquierda a Nicolás Maduro y a su
derecha a Lula da Silva. Al día siguiente, tras colocar el féretro de su
hermano en la tumba, Raúl Castro celebró una reunión en la cual participaron
Lula, Maduro, Evo Morales, Rafael Correa, Dilma Rousseff y de la cual la
delegación brasileña se encargó de dejar debido respaldo fotográfico. Con
Rousseff destituida de la presidencia unos meses atrás, Lula planeaba su
retorno al poder en las elecciones de 2018 sin contar que los procesos
judiciales por corrupción que ya le seguía la justicia brasileña lo sacaría de
la carrera electoral cuando fue encarcelado el 07ABR18. Tras una secuencia de decisiones
judiciales de dudosa legalidad, Lula salió de su cómoda celda el 08NOV19 y
comenzó de inmediato la campaña para concurrir a las elecciones del año 2022.
En julio de aquel año había sido creado en México el Grupo de Puebla, alianza izquierdista
VIP autocalificada como “progresista”, en la cual las principales cabezas de la
izquierda continental se congregaban. La ausencia de Lula en los arranques del
Grupo de Puebla fue cubierta por Celso Amorim, quien había sido ministro de
exteriores de Lula, ministro de Defensa de Rousseff y convertido en el
principal operador internacional del Lula encarcelado.
Para su
toma de posesión del 01ENE23 Lula extendió invitación a su compañero Maduro e
incluso logró que el saliente gobierno de Jair Bolsonaro derogara las medidas
que impedían que el dictador ingresara a territorio brasileño. La paranoia
imperante entre los altos jerarcas del chavismo, sobre los cuales pesan
recompensas por parte del gobierno de EEUU, aconsejó a Maduro desistir de
viajar a Brasilia donde no sería posible desplegar su usual esquema de
seguridad.
A sólo dos
semanas de la toma de posesión, Lula ya había enviado a Venezuela al embajador
Flavio Maciera, en calidad de Encargado de Negocios, para reabrir la sede de la
embajada en Caracas y reestablecer relaciones diplomáticas con Maduro. Desde
entonces diversas delegaciones oficiales brasileñas fueron recibidas en el
Palacio de Miraflores. Por allí pasó el enviado de Lula para el cambio climático,
embajador Luiz Figueiredo. También llegó una masiva “delegación
multidisciplinaria” encabezada por el director de la Agencia Brasileña de
Cooperación, embajador Ruy Pereira. Aparte de los embajadores oficiales de
Itamaraty, al palacio de gobierno venezolano ha llegado un viejo amigo de la
casa y escudero de Lula: el jefe del MST João Pedro Stedile.
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Tras el
arribo a Brasilia de varios vuelos que transportaron a personal de seguridad y
miembros del gobierno chavista, la noche del 28MAY23 Nicolás Maduro aterrizó en
la capital brasileña. Ni el Palacio de Planalto ni la cancillería de Itamaraty
habían informado a los medios sobre el arribo de Maduro, quien sólo aparecía en
la lista de los probables asistentes a la cumbre suramericana convocada por
Lula para el 30MAY23.
La
organización del viaje de Maduro a Brasilia fue acordada el 08MAR23 cuando el
ahora “asesor especial de la Presidencia” Celso Amorim visitó Caracas. Desde el
mes de marzo la diplomacia paralela de Lula planeaba realizar en Brasilia un
gran evento suramericano que permitiera la retomada de la agenda regional.
Inicialmente habría sido evaluada la opción de convocar a una reunión cumbre de
la Unasur para confirmar su renacimiento. Esa opción habría sido dejada a un
lado prefiriéndose un esquema genérico de “reunión presidencial suramericana”, en
un formato restringido a un “retiro” de los presidentes y sin temario previo lo
que le permitiría a Lula conseguir la presencia de todos los mandatarios
regionales con la genérica excusa de la integración. A última hora, la
cancillería brasileña informó a los participantes que la reunión no sería un
“retiro” sino una reunión con presencia de presidentes, ministros de exteriores
y delegaciones de la cual debería surgir, además, una declaración que sería
llamada “Consenso de Brasilia”.
La decisión
de Lula y Maduro fue hacer coincidir su reencuentro oficial con la cumbre
suramericana. Aparte de demostrar la alianza política natural entre dos hijos
de la revolución cubana, el plan permitía a Lula brindar a Maduro una alfombra
de lujo para su retorno a los espacios diplomáticos regionales de los cuales
había sido excluido desde la creación del Grupo de Lima el 08AGO17 como
consecuencia de la ruptura del orden democrático en Venezuela.
La
presencia de Maduro en Brasilia tendría entonces un doble carácter: una visita
oficial el lunes 29MAY23 y la participación en la cumbre suramericana el
30MAY23. La invitación a Maduro y el
texto redactado por Brasil como proyecto de declaración generaron malestar
entre los mandatarios de Ecuador, Uruguay y Paraguay quienes llegaron a
Brasilia quejándose por la presión de Lula para declarar el renacimiento de
Unasur y forzarlos a adquirir compromisos claramente ideológicos.
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Cuando
Maduro aterrizó en Brasilia lo esperaba su vicepresidenta Ejecutiva Delcy
Rodríguez quien ejerce como verdadera encargada de las relaciones exteriores
del régimen. Rodríguez junto al ministro de exteriores nominal, Yvan Gil,
habían previamente realizado una gira por el Caribe y llegaron a Brasilia como
parte de los preparativos de la visita de su jefe mantenida en secreto hasta
entonces.
En la
mañana del 29ENE23, Lula y su esposa recibieron en la cumbre de la rampa del
Palacio de Planalto a Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores quienes llegaron
con un notable esquema de seguridad. El programa contemplaba una sesión
fotográfica del recibimiento y una sesión privada entre Lula y Maduro.
En la
reunión de trabajo de las delegaciones se produjo un hecho inusual. La primera
dama de Brasil, Janja de Lula, fue sentada en la mesa de reunión a la derecha
de su marido desplazando al canciller Mauro Viera. Al otro lado, Maduro sentaba
a su derecha a su esposa Cilia Flores y pocas sillas a la derecha, colocó a su
hijo Nicolás Maduro Guerra. Aquello parecía una reunión de familias y no un
evento oficial. En el encuentro acordaron celebrar futuras reuniones sectoriales
en diversas áreas, a nivel ministerial, sin que existan realmente acuerdos
específicos. La visita era de carácter político y así quedaba confirmado.
Tras la
“reunión de trabajo” se produjo una “rueda de prensa” que duró más de una hora,
en la cual Maduro y Lula pronunciaron largos discursos y tomaron sólo un par de
preguntas. La “rueda de prensa” fue el evento principal de la jornada. Lula se
tomó su tiempo para defender a su camarada Maduro. Después, en la usual rutina
brasiliense, Lula ofreció en el Palacio de Itamaraty un almuerzo a Maduro y su
delegación.
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Durante sus
intervenciones ante la prensa el 29MAY23, Lula afirmó que Maduro era víctima de
una “narrativa” creada por sus enemigos. Atacó al ya desaparecido gobierno
interino de Juan Guaidó a quien calificó como “impostor”. No hizo referencia
alguna a la violación de Derechos Humanos en Venezuela. Confesó haber hecho
gestiones ante sus “amigos europeos” y de EEUU para que desistieran de las
sanciones impuestas a altos jerarcas chavistas y a empresas estatales. En un
momento de alucinación afirmó que pretendía retomar la compra de electricidad
venezolana para surtir al amazónico estado de Roraima, olvidando u obviando que
el suministro eléctrico fue suspendido por la incapacidad del gobierno Maduro
de garantizar el funcionamiento del sistema eléctrico venezolano. En alguna de
sus palabras, también Lula anunció que pretende impulsar un nuevo acuerdo de
defensa suramericano como el creado en el marco de Unasur. Por lo pronto, se
reunirán el ministro venezolano Vladimir Padrino López con su homólogo
brasileño José Mucio Monteiro.
Al día
siguiente del encuentro Lula-Maduro fue publicada una “Declaración Conjunta”
sobre 55 temas. Algunos de ellos en el límite del absurdo como el punto 54
donde se comprometen a “apoyar la promoción y protección de los derechos
humanos”. Otros, como el punto 38, que parece imitar el esquema que está
utilizando la dictadura venezolana para infiltrar a los organismos de seguridad
e inteligencia de Colombia con la venia del gobierno Petro. Lula y Maduro se
comprometieron a “aumentar la conexión (usaron la palabra articulação) de los
órganos de inteligencia” y “fortalecer las redes de informantes”. En otro
aparte, acuerdan comenzar a moverse para el regreso de Maduro a Mercosur.
Las
expresiones de felicidad de Maduro a lo largo de la rueda de prensa dejaban
saber el éxito de la visita. Su camarada Lula, en la hermandad creada y
bendecida por Fidel Castro, reincorporaba al dictador de Venezuela a la arena
política continental. Los eventuales acuerdos de “cooperación”, la promesa de
recalcular la deuda que el régimen mantiene con Brasil, los anuncios de futuros
acuerdos en temas de energía o agricultura son asuntos secundarios. Lula, no
suele ver las violaciones de derechos humanos y el carácter dictatorial del
gobierno de Cuba, tampoco de Venezuela, y como ya ocurrió en el pasado en
tiempos de George Bush y Hugo Chávez, el brasileño ya ofreció para servir de
puente entre la Casa Blanca y su irmão Nicolás.
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