Evo Morales y los embajadores de Maduro en la ONU,
incluyendo a María Gabriela Chávez, posan para un selfie el 26SEP15.
Foto:@Maby80
Las elecciones presidenciales en Colombia tendrán lugar en
el aparentemente lejano año 2018, pero desde ya las piezas se están moviendo
para definir los nombres de quienes disputarán las elecciones en las cuales
Juan Manuel Santos será reemplazado. Si las negociaciones de La Habana se
concretan, en esas elecciones competiría un candidato de las Farc, consumándose
el proyecto impulsado por el castrochavismo de probar suerte con la vía
electoral en Colombia. Entre los potenciales candidatos para el 2018 aparece el
actual vicepresidente Germán Vargas Lleras, nieto del expresidente Carlos
Lleras Restrepo y, en consecuencia, pariente del dos veces presidente de
Colombia Alberto Lleras Camargo. Desde el opositor uribismo está cobrando
cuerpo el nombre de una mujer sin antecedentes familiares presidenciales pero
que se ha transformado, en poco tiempo, en figura de alta presencia política
nacional. Se trata de la senadora Paola Holguín, nacida en Medellín en 1973,
con formación universitaria como comunicadora social y estudios de postgrado en
seguridad y defensa en la Escuela de Guerra del Ejército colombiano. Quien esté
haciendo seguimiento a la política colombiana no debería perder de vista a la
senadora Holguín.
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El tema “Venezuela”, la posibilidad de que la crisis
económica se transforme en serio conflicto político y social con consecuencias
en la estabilidad regional, se ha colocado en la agenda de conversación entre
importantes actores internacionales. La expulsión masiva de colombianos del mes
de agosto conllevó a modificar
sustancialmente la evaluación que del gobierno de Nicolás Maduro hacen
tanto cancillerías como bancos de peso mundial e influyentes centros de
análisis político privados. La diplomacia vaticana, en manos del ex nuncio apostólico
en Caracas Pietro cardenal Parolín, se muestra especialmente atenta a lo que
ocurre en Venezuela y el propio papa Francisco habría introducido el tema en
conversaciones con mandatarios extranjeros con quienes se ha visto
recientemente.
En medio de tensiones con dos países vecinos, incluso con movilización
de tropas y armas a la frontera con Guyana, Maduro viajó el 25SEP15 para su
segundo viaje a Nueva York en menos de dos meses, en lo que parecieron unas
vacaciones otoñales de cinco días y no una intensa semana de actividades en
medio de la concentración de personalidades globales que se produjo con motivo
de la Asamblea General de la ONU.
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Con la creciente confrontación entre EEUU y Rusia como telón
de fondo, Venezuela es percibida como un flaco peón de la geopolítica de Moscú.
Tras anunciar su decisión de adquirir una docena de aviones de combate rusos
Sukhoi, Maduro sostuvo un encuentro con el canciller de Vladimir Putin, Serguéi Lavrov, el 26SEP15 en NY.
Oficialmente el motivo de la reunión fue la firma de un anodino acuerdo sobre
“armamento estratégico en el espacio”. Cuatro días después, la canciller
de Maduro, Delsy Rodríguez, intervino en la reunión del Consejo de Seguridad de
la ONU del cual Venezuela es miembro no permanente, con un discurso que la
oficina de prensa de la ONU calificó como “virulento”. Rodríguez desde la ONU y
Maduro en una cadena de radio y Tv ya de regreso en Caracas, apoyaron los
bombarderos iniciados por Rusia en Siria a favor del régimen de Bashar al-Asad.
“Venezuela es un socio importante que apoya las iniciativas rusas que se
debaten en el Consejo de Seguridad de la ONU”, confirmó el canciller de Putin en
entrevista con una de las televisoras estatales venezolanas difundida el
01OCT15. El precio de la relativa protección que Moscú pueda prestar a Maduro
es la de involucrar a Venezuela en un conflicto ajeno y peligroso. Salvo las
reuniones y almuerzos con sus socios carnales Raúl Castro, Cristina Kirchner, Alexis
Tsipras y Evo Morales, la única reunión presidencial que mantuvo Maduro en NY fue
con el mandatario iraní Hasán Rohanni, parte de la alianza rusa en Siria.
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El 27SEP15 se produjo en la sede de la ONU un encuentro
propiciado por el Secretario General Ban Ki-moon, en el cual Maduro y el presidente
de Guyana David Granger, finalmente se
encontraron en lo que el guyanés calificó como una “reunión sombría”. Maduro
llegó a la reunión con la posición de mantener un esquema bilateral, tutelado
por Ban, en procura de un acuerdo de límites. Guyana se niega a continuar por
esa vía y aspira una solución “legal” recurriendo a un tribunal internacional.
Producto de la reunión, Maduro se comprometió a enviar de regreso a Georgetown
a su embajadora. Igualmente, Maduro prometió dar el beneplácito a la nueva
embajadora designada por Guyana, la veterana diplomática Marilyn Cheryl Miles,
quien en el pasado ha sido Embajadora de su país en Caracas y Brasilia.
Igualmente Maduro aceptó que Ban envíe a Venezuela una comisión para analizar
el diferendo con Guyana. Esta comisión ya hizo su visita a Guyana a principios
del mes de septiembre, durante la cual se entrevistó con excancilleres de
Guyana de diversos partidos, altos funcionarios, expertos en el tema limítrofe,
dirigentes políticos y realizó visitas al Esequibo. El gobierno venezolano se
había negado a permitir la presencia de esa comisión y se ignora si Maduro
aceptará que la ONU entre en contacto oficial con voceros de la oposición
venezolana.
Las gestiones de Ban son de casi nulo impacto en la
resolución de la disputa entre Venezuela y Guyana, ya que cualquier mecanismo
que se decida para alcanzar un acuerdo dependerá de la improbable aprobación
previa de ambas partes.
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Dos días después del encuentro Maduro-Granger, el guyanés
utilizó su discurso ante la Asamblea General de la ONU para acusar a Maduro de desestabilizar
la región, concentrar tropas en la frontera y estar impidiendo el desarrollo de
su país. Venezuela, en manos del régimen chavista, ha derivado de país víctima
de un despojo territorial a país agresor.
Previo a su reunión con Maduro, Granger conversó con Raúl
Castro en la ONU, para pedirle que utilice
su influencia sobre el gobierno venezolano para “poner fin a la controversia”
lo más pronto posible. El canciller de Guyana, Carl Greenidge, sostuvo por su
parte un encuentro con su colega ruso, Serguéi Lavrov, con quien habría conversado sobre el conflicto con
Venezuela pidiéndole igualmente que influyera sobre el gobierno Maduro.
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El presidente de Ecuador, Rafael Correa, a su regreso de NY
anunció que no participaría nuevamente en la Asamblea Anual de la ONU, porque
es “una locura donde todo el mundo habla y nadie escucha”. Evo Morales, Maduro
y Correa discursearon ante una sala casi
vacía. Raúl Castro se convirtió en uno más de los delegados que pululaban
anónimos en los pasillos y debió esperar cuatro días para reunirse con Obama.
Para el castrochavismo esta vez Nueva York sólo fue lugar para tomarse
fotografías, hacer compras y caminar por las calles bajo la protección del
servicio secreto, sin ningún impacto político.
Mientras Correa se quejaba de su estadía en NY, su colega
Juan Manuel Santos llegó a Bogotá el 02OCT15 radiante por el éxito que lo
rodeó. Con la firma de un acuerdo parcial sobre “justicia” con las Farc el
23SEP15, Santos arribó a EEUU precedido de la promesa de un pronto acuerdo con
la guerrilla, apoyado por una heterogénea lista de gobiernos. Aparte de
reuniones con empresarios, banqueros, mandatarios y organismos internacionales,
Santos coincidió en actividades de trabajo con Barack Obama, recibió al
Secretario de Estado John Kerry y fue alabado por el vicepresidente Joe Biden
en una velada black-tie el 01SEP15 organizada por Atlantic Council. Mientras
Santos exprimía el impacto mediático del preacuerdo con las Farc, en Colombia y
en Cuba las cosas tendían a complicarse en la medida que surgían contradicciones
sobre el contenido de lo pactado.
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La euforia de unos y las férreas críticas de otros sobre el
alcance del acuerdo quedaron sin piso apenas una semana después de ser firmado.
El texto del documento se ha mantenido en secreto. Oficialmente sólo se conocen
los enunciados incluidos en un comunicado difundido en La Habana el día de su
suscripción. Desde entonces, la oposición uribista crítica de los acuerdos y
las Farc, coinciden en exigir que el gobierno Santos publique el texto, el cual
supuestamente ya estaba concluido y estaría siendo sometido, en un inusual proceso,
a consideración de la Corte Internacional de Justicia. Las Farc se muestran en
desacuerdo con los esbozos que el gobierno ha presentado sobre el acuerdo. El
28SEP15, el jefe negociador de las Farc, Iván Márquez, tuiteó: “Hasta el
momento los plenipotenciarios del gobierno han explicado el acuerdo
tergiversando mucho de lo acordado. Esperamos esto se corrija”. Al día
siguiente las Farc emitieron desde Cuba un comunicado donde señalan que “el acuerdo denominado Jurisdicción Especial
para la Paz, Principios básicos del componente de justicia del Sistema integral
de verdad, Justicia, Reparación y No repetición, está cerrado”. Pero lo que
para las Farc ya es tema cerrado, para el gobierno Santos no lo es. El viernes
02OCT15, el jefe negociador del gobierno colombiano, Humberto de la Calle, puso
a tambalear el acuerdo con la guerrilla al afirmar que el texto por él firmado
tiene la advertencia de tratarse de “un documento en desarrollo” y no un texto
definitivo. Aún existirían imprecisiones sobre temas candentes tales como la “restricción
efectiva de la libertad” a que serían sometidos los guerrilleros, dice De la
Calle.
En la práctica, el texto deberá volver a manos de un equipo
de abogados, colombianos y extranjeros, que desde Bogotá han negociado y
redactado los documentos jurídicos para su aprobación en La Habana. La oferta
de Santos para un acuerdo el próximo mes de marzo no se compadece con el estado
real de las negociaciones.
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