Informe Otálvora del 12 de noviembre de 2016
Barack Obama y Raúl Castro reunidos el 10ABR15 en Panamá. Foto: Casa Blanca. |
“Nadie sabe mucho
sobre su política exterior, así que cada uno debe entrar en un período de
estudio, en un frenesí de estudio”. De esta manera se refirió Henry Kissinger
la mañana del 10NOV16, a pocas horas de conocerse el resultado electoral en
EEUU, en relación a la posición de los grandes actores de la política mundial
ante Donald Trump. Se trata del epílogo de una larga entrevista realizada por Jeffrey
Goldberg para la edición de diciembre de la revista The Atlantic en la cual Kissinger,
el viejo zorro de la política exterior estadounidense, confronta la denominada
“Doctrina Obama”. Kissinger revelaba de esta manera el grado de incertidumbre
que la llegada de Trump a la Casa Blanca trae consigo para los juegos de las
relaciones internacionales.
En sus primeras horas
como Presidente electo, Trump telefoneó a los mandatarios de Egipto, Irlanda,
México, Israel, Turquía, India, Japón, Australia y el Reino Unido. A la primer
ministro británica Theresa May, Trump le dijo que “Theresa en mi Maggie”, en
clara referencia a las especiales relaciones que mantuvieron los gobiernos de
Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Pero salvo la lista pública de sus primeras
conversaciones telefónicas y sus imprecisas referencias a temas internacionales
durante la campaña electoral, la política exterior de Trump es un verdadero
acertijo que intenta ser resuelto con las más variadas especulaciones por
analistas de todo el mundo.
Algo pareciera cierto:
Latinoamérica no es un tema de urgencia en el mapamundi que Trump tiene en la
cabeza. La renegociación o la anulación de los acuerdos de Obama con el régimen
cubano, así como el apoyo a la oposición venezolana fueron mencionadas por
Trump ocasionalmente en su campaña y de forma evidentemente propagandística el
02NOV16 en Miami durante la cruenta batalla por los votos del estado de
Florida.
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El 26ENE15 se celebró
en Washington, con la presencia de varios mandatarios caribeños y del
vicepresidente de EEUU Joe Biden, un foro para analizar el documento denominado
“Uncertain Energy: The Caribbean’s Gamble with Venezuela”. La producción del evento
y la redacción del documento eran parte de un proyecto adjudicado al think tank
Atlantic Council, ente de análisis de temas internacionales muy oído por el
gobierno Obama.
El documento presentado
ese día alertaba sobre graves impactos que podrían registrarse en el Caribe
ante la inminente crisis económica en Venezuela, que ya para la fecha quedaba
patente en disminución de envíos de crudo venezolano como parte del acuerdo
Petrocaribe y en un endurecimiento de la condiciones de crédito otorgado por Maduro
a sus socios caribeños. Atlantic Council advertía que la crisis venezolana podría
desatar “el riesgo de un evento de migración fuera de control” de caribeños,
obviamente hacia costas de EEUU. La solución propuesta por Atlantic Council era
promover una nueva matriz energética en el Caribe con apoyo de EEUU para
compensar el inevitable fin del subsidio chavista al consumo energético
caribeño.
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El 09ABR15, Barack Obama
realizó una parada de dos días en Kingston, Jamaica. Hasta allí llegaron
mandatarios caribeños, algunos de ellos socios políticos del castrochavismo,
para celebrar una reunión de Caricom con Obama. La propuesta del Atlantic
Council fue tema central de aquel encuentro. En Caracas en tanto, la paranoia y
la megalomanía del régimen chavista seguían los pasos de Obama por el Caribe
como si se tratara de una conspiración. Según Maduro, durante la reunión en
Washington, Biden en realidad había expuesto un plan para derrocar al gobierno
chavista. La cadena de propaganda Telesur insistía que la iniciativa de Obama
sólo procuraba “romper el esquema de colaboración petrolera Petrocaribe”.
Maduro tardó en entender que la política de la Casa Blanca de Obama no
perseguía el derrocamiento de su gobierno sino prevenir el impacto que su caída
tendría en las costas este de EEUU. Desde 2014, mientras el chavismo
regularmente señala a EEUU de tejer conspiraciones en Caracas, la diplomacia de
Obama trabajó en apoyar por lo menos
tres intentos para instaurar esquemas de diálogo político entre el Gobierno y
la Oposición en Venezuela. La “Doctrina Obama” de evaluar al chavismo como una
“no amenaza” para EEUU fue aplicada de forma sistemática, y sólo fue rota el
09MAR15 cuando el gobierno de EEUU bajo presión de congresistas republicanos, aplicó
la “Ley para la Defensa de los Derechos Humanos y Sociedad Civil de Venezuela”
sancionando algunos funcionarios chavista.
Debe esperarse que la
relección el 08NOV16 del senador Marco Rubio y los representantes Ileana
Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, tres
republicanos de Florida, estimulará una línea de choque de Trump contra regímenes
castrochavistas, presionando para que el “internacionalismo idealista” que
pregonaba la “Doctrina Obama” pase a ser asunto del pasado.
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Las elecciones
municipales en Brasil del 02OCT16, el plebiscito sobre el Acuerdo Santos-Farc
en Colombia del 02OCT16 y las elecciones presidenciales en EEUU del 08NOV16 tuvieron
un elemento en común: la relevancia del voto por motivos religiosos. Los
resultados en los tres eventos fueron marcados por los movimientos “pro vida”
cristianos católicos y, muy especialmente, las diversas versiones de iglesias
“evangélicas” con posiciones antiaborto y visiones tradicionalistas en materias
de género. Los números así lo señalan.
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Los resultados de las
elecciones municipales en Brasil dejaron en evidencia la debacle del otrora
poderoso partido de Lula da Silva, el PT. Durante los meses que duró el proceso
que concluyó en la destitución de Dilma Rousseff el 31AGO16, Lula y la ahora
expresidente gustaban alegar que el impeachment se trataba de un golpe contra
la mayoría de los brasileños que el PT representaba. Rousseff propuso llamar a
elecciones presidenciales adelantadas, con la seguridad de que el PT arrasaría
en las urnas. Lula aseguraba que nuevamente llegaría al presidencial Palacio de
Planalto a más tardar en 2018. Pero las cuentas de Lula y Rousseff eran ilusorias, ya que el triunfo electoral
presidencial del PT en 2010 y 2014 fue sólo posible gracias al aporte de votos
del PMDB, el partido no izquierdista de Michel Temer, el vicepresidente que ahora
ocupa la Presidencia. Los escrutinios municipales de octubre resultaron el baño
de agua helada que apagó la imagen imbatible que Lula se adjudicaba. Carente ahora
de gruesos presupuestos federales para gastos sociales, sumado a los
señalamientos por corrupción contra decenas de líderes del PT, además de la
aplicación de nuevas normas electorales que frenan los aportes empresariales a
las campañas, y sumado al fortalecimientos de los partidos de tendencia
no izquierdista, todo ello dio al traste con el mayor partido castrochavista
del Continente.
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Brasil está dividido
en 5.568 municipios de los cuales el PT sólo logró ganar 254. Esa cifra
equivale a un tercio de los 632 que obtuvo en las elecciones del 2012. La única
alcaldía de una capital estadal que mantuvo al PT fue Rio Branco, ciudad de
menos de un millón de habitantes en el fronterizo y amazónico estado de Acre. En
contraste, en el año 2008 el PT controló 10 capitales estadales.
En el estado de São Paulo,
cuna y fortín del PT, el partido de Lula cayó de 72 a sólo ocho alcaldías bajo
su control.
El PT perdió la alcaldía
de la ciudad de São Paulo que cuenta con
más de doce millones de habitantes, la cual pasó a manos de una alianza
encabezada por el socialdemócrata João Doria Júnior del PSDB. El PT buscaba la
reelección en la ciudad de São Paulo
de Fernando Haddad. Lula, creyendo que
aportaba votos, se involucró personalmente en la campaña acompañando a su candidato en diversas
actividades proselitistas. El resultado fue catastrófico para Haddad, quien no consiguió
pasar a la segunda vuelta. La derrota de Lula en sus predios fue de tal
magnitud que su hijastro, Marcos Cláudio, no logró ser reelecto como concejal
(vereador) en São Bernardo do Campo ciudad donde reside la familia Lula.
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El 17MAY16 el
Directorio Nacional del PT aprobó iniciar acciones para “negar legitimidad al
gobierno ilegítimo de Temer”, “hacer la defensa política del legado de nuestros
gobiernos” y “defender al presidente Lula de los ataques mediáticos y
judiciales”. Tras la destitución de Rousseff, fracasaron los intentos del PT y
sus aliados de la izquierda más radical para crear un clima de ingobernabilidad
en Brasil mediante masivas protestas callejeras y paros sindicales en áreas
estratégicas. La toma de cientos de instalaciones educativas a finales del mes
de octubre a lo largo del país por jóvenes liderizados desde la União Nacional
dos Estudantes controlada por el PT, es quizás la única acción de fuerza que el
partido de Lula logró concretar para chocar al nuevo gobierno brasileño.
Dentro del PT existe
una lucha feroz de facciones por el control del aparato del partido, algunas de
las cuales comienzan a desprenderse del liderazgo de Lula. El expresidente, que
ya está imputado en tres procesos judiciales, ahora se muestra más preocupado
por salvarse de un enjuiciamiento que lo lleve a la cárcel o por lo menos lo
inhabilite políticamente. El 10NOV16 convocó a un acto en la Casa de Portugal
en São Paulo, para arrancar la campaña
denominada “Por un Brasil justo para todos y para Lula”, cuyo mismo nombre
delata la debilidad de quien fuera un poderoso jefe político en Brasil y el
Continente.
Por cierto, en una
entrevista publicada el 11ENE04 por el diario Folha de São Paulo, Donald Trump
habló sobre la política económica del gobierno del entonces presidente
brasileño Lula da Silva: “está realizando un trabajo admirable, de la mejor
calidad. Estoy muy optimista con relación a su gobierno”.