En Mérida, el 8 de
marzo del año 16, a los noventa y seis años de edad, José Humberto Ocariz
decidió morir.
La última vez que
hablamos fue a principios del año, el Día de Reyes, en el porche de su casa en
La Otra Banda en Mérida. Ese día escuchamos música, su música, aprovechando que
recientemente un grupo de artistas amigos y paisanos tachirenses juntaron
esfuerzos para interpretar buena parte de su obra y grabarla para convertirla
en un disco antológico.
Edgar C. Otálvora y José Humberto Ocariz el 06ENE16. |
Como muchas otras
veces en los últimos treinta años durante los cuales me ofreció su amistad,
Ocariz expuso sintéticamente, enumerándolos, los temas que le ocupaban su
siempre hiperactiva mente. “Pero mire, hay tres temas que hay que cambiar”. Y
pasó a enumerarlos. No es posible que la gente tenga derecho a llenar el
planeta de hijos. Debe imponerse un límite en la cantidad de hijos que cada
pareja puede tener. Dos. No es posible que cualquiera pueda ser Presidente de
un país. Hasta para manejar un carro se necesita presentar exámenes, pero para
manejar un país no hace falta exámenes. Eso no puede ser. Tres. No es posible
que se siga obligando a la gente a estar viva cuando ya no tiene sentido que
esté viva. No tiene sentido que la medicina obligue a vivir a personas que ya
no tienen remedio a su enfermedad. La gente tiene derecho a morirse y a que no
los mantengan medio vivos. Yo sé que la muerte asusta a la gente y muchos están
dispuestos a gastar lo que tienen para estar vivos, así sea echados en una cama
por años. Pero eso no es vida.
José Humberto Ocariz,
médico, escritor, articulista, orador, compositor musical, profesor
universitario, nunca fue un practicante de ese adefesio contemporáneo que llaman
“lo políticamente correcto” y, seguramente, por eso Ocariz siempre prefirió
dejarle la política a otros.
![]() |
Un merideño impone la máxima condecoración del estado Táchira a un tachirense. San Cristóbal, agosto 1993. |
Tras un velorio
acompañado de cuatros, tiples y guitarras, con previo y obligado paso por la
Iglesia con misa oficiada por monseñor Baltazar Porras, el cuerpo de Ocariz fue
llevado hasta el viejo cementerio de El Espejo. Con tierra merideña y
tachirense sus amigos cubrieron el ataúd.
Avecindado en Mérida
desde mediados de los años cuarenta del siglo XX, Ocariz se convirtió, con el
transcurrir de los años, en el más notable merideño nacido en el estado
Táchira.
Publicado originalmente el 16 de marzo de 2016 en: