jueves, 25 de agosto de 2022

Alberto Garrido sobre "La Paz Ramónica"

Artículo de Alberto Garrido publicado el 14 de mayo de 1994 en el diario El Nuevo País de Caracas

Alberto Garrido y Edgar C. Otálvora el 25 de agosto de 1993. Foto: Oscar Gedler (Archivo ENP)

Desde el golpe hasta “La Mano Pelúa” trata libro en defensa de Ramón Jota


“La paz ramónica”, libro de Edgar C. Otálvora, relata los hechos conocidos y hechos desconocidos del interinato del doctor Velásquez, vistos desde la óptica de quien fue uno de sus asistentes de confianza durante los meses de transición.

 

Un nuevo libro, editado por Pomaire, sobre la gestión de Ramón J. Velásquez, se encuentra ya en las librerías de Caracas. Se trata de “La Paz Ramónica”, título sugerente elegido por Edgar C. Otálvora, quien desde hace años es estrecho colaborador del ex mandatario y se desempeñó como viceministro de la Secretaría en la pasada gestión.

Otálvora, economista, ex secretario ejecutivo de la Comisión de Fronteras y articulista en varios diarios de circulación nacional, supo tener un absoluto bajo perfil durante los meses del mandato velazquista, al extremo de que su presencia pasó prácticamente inadvertida para los acuciosos periodistas del Palacio.

Hombre de confianza de Velásquez, fue la persona indicada para sumir la defensa de la polémica gestión de quien posiblemente será el ultimo tachirense que manda en Miraflores en el siglo XX.

 

La Paz Ramónica

El libro, fechado en el pasado abril, explica su título en el propio prólogo: “Se  ha  olvidado que el día 4 de junio de 1993, mientras los  parlamentarios debatían, las calles que rodean al Congreso permanecían cerradas al público  por un fuerte operativo de la Guardia Nacional por temor a la para entonces rutinaria violencia política callejera; y que en contraste el 28 de enero de 1994, cuando RJV presentó su mensaje al Congreso, las calles del centro de Caracas, conservaban la normalidad de un día cualquiera de trabajo. La olvidada y necesaria paz había sido recuperada”.

 


La Guerra Latina

Uno de los capítulos más interesantes es el correspondiente al Banco Latino, sobre la oportunidad y características de cuya intervención se han pronunciado agriamente desde el autoexiliado ex presidente de la entidad financiera, Gustavo Gómez López, hasta dirigentes políticos y banqueros de la más variada procedencia.

Es conveniente recordar que una de estas versiones corresponde al periodista Ricardo Escalante, ex jefe de Prensa de Miraflores, quien se refirió despectivamente sobre Otálvora, a quien calificó en su libro como el “llevapapeles” de Velásquez. Otálvora asegura en su libro que Escalante le manifestó, apenas una semana después que el gobierno estuvo instalado: “Tu sabes que yo represento al Grupo Latino. Y el grupo está interesado en las inversiones que estos empresarios mexicanos quieren hacer en Venezuela. Por eso el Grupo pidió que hiciera hasta lo imposible para que el Presidente les dé una audiencia y se tome una foto con ellos”.

Lapidario, Otálvora señala: “Ese día fue cuando me enteré que el Jefe de Prensa de Miraflores, designado por Octavio Lepage y ratificado por RJV, a quien yo había conocido en la antesala de la oficina de RJV en el Palacio Legislativo a la cual yo asistía con bastante regularidad, se presentaba como “representante del grupo Latino”

Otálvora adjudica a Escalante, al igual que lo hiciera Velásquez, la filtración sobre el intento de cambio de la Ley de Bancos en Consejo de Ministros. Nuevamente se presenta la acusación, pero muy concreta: “Escalante le confesó al ministro de la Secretaría, ante quien presentó su renuncia, que él había armado la información para la prensa sobre el debate referido a la participación accionaria, para así abortar todo intento de cambio”.

 


El narcoindulto

Bajo el título “El indulto del escándalo” Otálvora dedica 9 páginas a relatar los pormenores del caso que sacudió la Presidencia de Velásquez, y que lo llevara, según indicara la prensa de la época, a amenazar con la presentación de la renuncia.

El ex viceministro arranca contado que la secretaria privada del Presidente, María Auxiliadora Jara Rangel de Tarazona -a quien se le achacan las peores culpas del narcoindulto-, al enterarse que había sido suspendida de su cargo, se dedicó a destruir documentos, razón por la cual tuvo que intervenir la PTJ.

También recuerda Otálvora la admiración que la Tarazona sentía por C.A. Pérez, talvez señalando hacia el lugar donde estima Velásquez que se encuentra “la mano peluda”.

 La defensa de Gustavo Velásquez, el hijo del Presidente, es igualmente incondicional, así como la del primer mandatario: “No ocultó el error, abrió Miraflores para la policía, una comisión parlamentaria y los tribunales investigarían todo lo necesario, no se escudó en su figura presidencial para obviar explicaciones al tribunal, y esencialmente, decidió que en primer lugar estaba la credibilidad de la Presidencia antes que posibles amistades o solidaridades”.

En fin, un libro que puede definirse como “La Historia Oficial” de la gestión de Velásquez, bajo título poco periodístico que refleja fielmente el contenido.