domingo, 3 de diciembre de 2023

La geografía de Cunill Grau

Artículo de Edgar C. Otálvora publicado en el Papel Literario del diario "El Nacional" de Caracas el 02 de diciembre de 2023*:

Pedro Cunill Grau y Edgar C. Otálvora en los pasillos del Palacio de Miraflores, 29 de junio de 1993


Pedro Cunill Grau es sin duda alguna el más importante de los geógrafos venezolanos. Natural de Chile, asumió a Venezuela como patria, como objeto de estudio y como aula para dictar cátedra.

Cunill, quien recibiera recientemente el premio Bianual 1996 de Humanismo, conferido por el Consejo Nacional de Cultura de Venezuela, es un férreo cultor de la geografía humana, como disciplina científica y como pivote analítico. En su biografía figura un centenar largo de obras que abordan los más insospechados aspectos de la geografía humana del Continente.

Cunill había entrado en mi biblioteca bajo la forma de tres tomos editados por la Presidencia de la República, a mediados de la década de los ochenta. Tres tomos que contienen la más extensa e intensa reconstrucción del proceso urbanizador en el siglo XIX venezolano. La Geografía del poblamiento venezolano es a toda vista la precisa descripción de cómo se fue creando la red de concentraciones poblaciones que hoy dan sentido de presencia viva a las extensiones de territorio venezolano. Conocí personalmente a Cunill gracias al expresidente Ramón J. Velásquez, quien entre 1989 y 1993 presidía un equipo de trabajo que diseñó y ejecutó un completo y complejo diagnóstico de la realidad fronteriza con Colombia. De aquel trabajo, donde tuve la suerte de participar junto a Cunill, en 1992 quedó clara constancia en la obra La frontera occidental, propuesta de política. Y de aquellos días, de constantes viajes a la frontera y a Colombia, nació la amistad con la cual me ha honrado don Pedro.

En 1990 entró en circulación la obra epicentral del optimismo de Cunill sobre el futuro venezolano. En un acto de prepotencia cognoscitiva, para demostrarnos que de Venezuela había bebido hasta las raíces, para hacernos partícipes de las potencialidades que se esconden tras el pesimismo coetáneo, Cunill publicó su Venezuela: opciones geográficas. Reflexión sustentada en un auspicioso censo de los activos geográficos venezolanos, de la tropicalidad, del calor, de las perspectivas que a los venezolanos se presenta en las vecindades del nuevo milenio.

En paralelo a sus aportes para puntualizar un esquema de acción nacional hacia la frontera occidental, Cunill se incorporó al esfuerzo de dar sentido conceptual al novísimo atlas que, basado en tomas satelitales, produjera Petróleos de Venezuela en 1992, bajo el título de Imágenes de Venezuela. Una visión espacial. Luego, en ejercicio que combinaba la imaginación literaria y la sapiencia científica, se embarcó en el proyecto de la Fundación Mendoza de Caracas, en el marco de los 500 años del viaje colombino, para reconstruir el espacio geográfico en medio del cual se descubrieron los conquistadores europeos.
Ahora, el Fondo de Cultura Económica presenta a los lectores del continente la más reciente producción de Cunill. Las transformaciones del espacio geohistórico latinoamericano 1930-1990.

Los espacios latinoamericanos
Cunill hace uso del escáner histórico y espacial para confeccionar la crónica de la integración de los latinoamericanos con su ambiente, en el período temporal que corresponde a las transformaciones más radicales en cuanto a la intensidad de la acción humana sobre el Continente. No se trata de una advertencia apocalíptica, al estilo de las previsiones del Club de Roma allá en los tecnológicamente lejanos años setenta. Pero sí es una cruda puesta en evidencia de los signos de los tiempos, de las heridas sobre la tierra y las consecuencias a futuro. No se trata tampoco de una revisión ecologista neutral: los contenidos políticos ajenos a la ecología y las variables políticas de los procesos investigados, está clara y sensiblemente en el lente analítico de Cunill.

Las transformaciones debidamente ejemplificadas con reseñas de todo el continente indican el costo alto, creciente y en ocasiones impagable de la acción humana en Latinoamérica. Sostiene Cunill que “fracciones importantes del territorio latinoamericano involucionaron de tierras de buena esperanza a tierras de agobio y pobreza, comprometiendo con ello su ‘futuro desarrollo”. La ilusión espacial se ha perdido ante la concentración urbano-industrial, la focalización de varios tipos de hábitat subintegrados de extrema pobreza (favelas, viviendas de brujas, callampas, cantegriles, ranchos, pueblos jóvenes, villas miseria…), la sobreexplotación depredadora de múltiples recursos mineros, forestales, pesqueros, de tierras de uso agrícola. Simultáneamente, el esquema de poblamiento latinoamericano ha estado reproduciéndose en espacios donde la “geografía del azar” ha evidenciado altos niveles de alteraciones con efectos catastróficos para los habitantes. Amén de terremotos y avalanchas, a juicio de Cunill, un aspecto que debe ser analizado como condicionante del poblamiento está referido a la violencia política y social. La creación de espacios de inseguridad y de refugio han estado germinando a lo largo del continente, teniendo como casos extremos los “espacios geohistóricos virtualmente autónomos, donde no se ejerce ninguna de las funciones básicas del Estado nacional”, así como las zonas convertidas en virtuales “santuarios de extraterritorialidad”, sea por parte de refugiados que huyen de conflictos internos (México-Guatemala v.g.), o por organizaciones subversivas.

Especial mención hace Cunill al fenómeno urbanizador en Latinoamérica. Indica que, para 1930, no existía ciudad latinoamericana con más de un millón de habitantes. Al promediar los años ochenta, existían 26 ciudades con concentraciones mayores al millón de habitantes; en estas ciudades se concentraba 28% del total de habitantes de México a Patagonia. El fenómeno de la población subintegrada que se acumula en las ciudades latinoamericanas es adicionalmente resaltado por el autor.

*Artículo originalmente publicado en el diario El Universal el 18 de junio de 1996.


Texto del editor de Papel Literario de El Nacional:

Quise organizar un dossier para recordar a un venezolano nacido en Chile: Pedro Cunill Grau (1935-2023), a quien tanto debemos. Solo me basta mencionar tres de sus obras, todas monumentales (los tres tomos de La geografía del poblamiento venezolano del siglo XIX; los dos volúmenes de la Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela; y los diez volúmenes, simplemente incomparables de GeoVenezuela, obra de la que fue Director del Proyecto, así como autor de algunas secciones -junto a otros noventa especialistas-), para reconocer que hay una tarea pendiente con este investigador descomunal, que no pude encarar este año por falta de espacio. Aun así, le pedí a Edgar C. Otálvora -conoció a Cunill a comienzos de los noventa-, que nos autorizara a publicar un artículo suyo de 1996, en el que reconocía su trabajo decisivo para el conocimiento de nuestra Venezuela. Dice Otálvora: “Conocí personalmente a Cunill gracias al expresidente Ramón J. Velásquez, quien entre 1989 y 1993, presidía un equipo de trabajo que diseñó y ejecutó un completo y complejo diagnóstico de la realidad fronteriza con Colombia. De aquel trabajo, donde tuve la suerte de participar junto a Cunill, en 1992 quedó clara constancia en la obra La frontera occidental, propuesta de política. Y de aquellos días, de constantes viajes a la frontera y a Colombia, nació la amistad con la cual me ha honrado Don Pedro”. Nelson Rivera, Director del Papel Literario.